jueves, 29 de enero de 2009

Cada vez más una familia de verdad

Nuestra musa nos inspira cara a puerta, nos ampara ante embistes malintencionados del contrario, nos consuela en la derrota y nos felicita en la victoria. Nos infunde ánimos, nos cura las heridas y forma parte de nuestros sueños y fantasías.
En resumen, si antes teníamos un Tío, ahora tenemos una madre.

miércoles, 28 de enero de 2009

Discusiones de la plantilla

El Tío Lorenzo, después de muchos años siendo fiel a la Rambleta se está plantenado cambiar de liga. No es una decisión fácil

Como avisó Sir Albiñana de Gondor:

Soplan vientos de cambio ... Los Ents irán a la guerra ... Aunque ésta sea la última marcha de los Ents ...


martes, 20 de enero de 2009

New look

Era de esperar que, tras las reiteradas críticas a su imagen, al final sucumbiera a la presión. Nuestro Azuquita, el gitano rubio de la liga, el heavy metal del balón, nuestro melenudo “de cero a parado” ha decidido acudir a un estilista. No sabemos si inspirado por la famosa marca de galletas con chocolate o por el cuadro de las Meninas, nuestro compañero luce un cambio de look más fresco y apropiado para esta temporada.


El equipo y su musa

Después de que a la mayoría de los miembros del equipo les fuera presentada Nancy, una “amiga” de Alejandro, y quedaran prendados de ella, se decidió por unanimidad nombrarla musa del equipo.

Nuestras jugadas magistrales, nuestras victorias más batalladas, las paradas, las paredes, nuestros regates y giros de cintura son todos en su honor.

El viernes día 9 de enero el Tío Lorenzo decidió concederle un inspirado homenaje.
Retenerla unos minutos en nuestros corazones y brindar con todo el placer a su salud.

Se está planteando la posibilidad de que este tipo de homenajes tenga lugar semestralmente, ya que favorece al espíritu de equipo y levanta los ánimos de los jugadores.


lunes, 12 de enero de 2009

Con un partidito no basta

Por eso el brazo fuerte del Tío Lorenzo, una vez acabado el encuentro necesita descargar las energías que le quedan, que luego llegan a casa y se diluyen en la apatía conyugal