Nuestra musa nos inspira cara a puerta, nos ampara ante embistes malintencionados del contrario, nos consuela en la derrota y nos felicita en la victoria. Nos infunde ánimos, nos cura las heridas y forma parte de nuestros sueños y fantasías.
En resumen, si antes teníamos un Tío, ahora tenemos una madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario